Antes que nada, aclarar que este escrito no está escrito por mí. Está escrito por mi mejor amiga Lara Wilson (@ArsyWinter). ¡Espero que lo disfrutéis tanto como yo!
En una humilde calle de Galway, cerca de la zona portuaria
de Irlanda, nació Malcolm como el cuarto hijo de un matrimonio católico. Desde
que era enano, Malcolm siempre había sido el más apartado entre sus hermanos,
quizás porque desde muy jovencito siempre había tenido ideas bizarras e
innovadoras, nada comparado con la linea tradicional que llevaban en su
familia. Mientras que sus hermanos siempre habían estado pendientes de las
chicas y cosas de macho cabrío, Malcolm siempre parecía enfrascado en sus
ensoñaciones, paseando solitario por su barrio o haciendo largas caminatas por
el puerto, más de una vez llegando tarde a casa para cenar y regañado
firmemente por sus padres, hasta el punto de quedarse sin cenar muchas de las
veces. Aún guarda en su memoria la primera vez que consiguió hacer una montaña
con cartas de Póker con mucho esfuerzo y sus hermanos vinieron isofacto a
destruírsela. Le confesarían prácticamente al momento que era tonto por no
darse cuenta que le estaban esperando a que terminara para derrumbársela.
Malcolm aún era un enano en ese entonces y acabó dejándose llevar por el sentimiento
e, incomprendido, decidió fugarse de casa y perderse por zonas boscosas. A los
dos días volvió a casa por su propio pie para aguantar los numerosos castigos
que le esperaban por semejante atrevimiento.
Así llegó a ser su infancia y hasta el día de hoy, tratado
como el rarito de los Lynch, cosa que la familia trataba de disimular las
"rarezas" de su hijo ante el vecindario, pues los rumores corrían
como la pólvora y como católicos que eran, debían dar un buen ejemplo. Cansado
de ese sentimiento de soledad e incomprensión por parte de quienes más debían
entenderlo, cumplidos los dieciocho años y con todo el dolor de su corazón,
Malcolm se hizo las maletas y se marchó de casa para hacer vida nómada hasta
encontrar su sitio en el mundo como ilusionista, su mayor pasión. Aunque no lo
pareciera, le dio pena y siempre se sintió mal por el hecho de abandonar a su
familia por la que se suponía tenía que trabajar para mantenerla, pero no podía
estar más tiempo allí. Mientras no encontraba trabajo durante su viaje, Malcolm
se dedicó a los espectáculos de calle para ganar lo suficiente y llevarse algo
de comer a la boca y pagarse algún que otro billete. Consiguió también trabajos
temporales y no excesivamente bien pagados en circos sin renombre, pero no le
importaba con tal de dedicarse por lo que él tenía pasión.
Pero su vida daría un cambio significativo cuando consiguió
cruzar el charco y llegar hasta la capital de Francia, París, lugar reconocido
por su bohemio ambiente. Enseguida le llamó la atención una carpa de circo que
había allí. Antes de pedir su inserción en dicho circo, primero se aseguró de
ver cómo era el ambiente, y fue cuando vio por primera vez a la que sería su
futura mujer. Estuvo un buen rato observándola alelado incluso siguiéndola con
sutileza asegurándose de que nadie se daba cuenta; Fue algo parecido a un amor
a primera vista, a pesar de que ella ni se había dado cuenta de su presencia ni
él la conocía.
Tardaron unos días hasta poder demostrar que estaba
capacitado y convencer al directivo del circo para llegar a formar parte de él.
Una y otra vez frenaba cualquier actividad que estuviera haciendo cuando veía
pasar cerca de él o de lejos a esa joven muchacha que tanto lo atraía. Se las
apañó para averiguar al poco tiempo que se llamaba Sutton, y que pertenecía a
la élite del circo, así que era consciente de que podría estar jugando con
fuego, nunca mejor dicho en ese ambiente. Aún así, eso no fue impedimento para
acercarse a ella un día mientras ésta ensayaba sus espectaculares acrobacias,
claramente fascinado se dirigió a ella alegando que se había equivocado de
lugar, aunque obviamente era una mentirijilla a medias, ya que sí que iba con
la maleta buscando donde ensayar, pero no era casualidad que entrara allí.
Escuchó por primera vez su voz y descubrió a la joven debajo de su atractiva
apariencia, cosa que lo fue enamorando cada vez más.
Surgió una bonita amistad entre ambos, Malcolm estaba
especialmente atento a cada detalle, no escatimando a la hora de hacerle
regalos aunque fueran humildes por no poseer más dinero, pero trataba de todas
las maneras que fuera feliz mientras pasaba tiempo a su lado, igual que él lo
era en esos momentos cuando la miraba a los ojos. No quiso confesar sus
sentimientos hasta pasar un tiempo, no eran sus planes poder ofender a la chica
y perder su amistad. Al fin y al cabo, él era menos que ella en ese mundo y
posiblemente prefería a cualquier otro para compartir su vida. Aún así decidió
confesar el amor que sentía una noche estrellada, lejos del circo y de ruido, preparado
para afrontar la negativa de Sutton. Pero lejos de ello y a partir de ese
momento, su amistad se convirtió en una relación sentimental, manteniendo la
buena amistad que antes tenían y evolucionando cada vez más. Aún así, sólo
ellos sabían de aquello como si fuera un secreto, debido a posibles represalias
hacia él por parte de altos cargos del circo e incluso familia de Sutton, así
que siempre debían de ir con cuidado a la hora de mostrar su amor mutuamente.
Pero las cosas llegaron a complicarse cuando Sutton le
confesó un día que estaba embarazada. Era algo arriesgado, pero a pesar de
ello, Malcolm se lo tomó con optimismo, aunque poco después se enteraría de su
repentina expulsión del circo poco rato después de que Sutton le diera la
noticia. Los motivos no eran del todo claros, pero lo que sí tenía claro, es
que eso no iba a separarlo de la mujer que más había amado y al día siguiente
volvería, pero volvería sólo para ver su pesadilla echa realidad. De la noche a
la mañana, la carpa ya no estaba, ni rastro del circo, no podía creer que ya no
estuvieran, que ya no estuviera ella. ¿Por qué no le habían dicho nada? ¿Por
qué Sutton tampoco le había dicho que al día siguiente iban a trasladarse? Fue
un duro golpe que le llevó tiempo intentar superar. De hecho el tiempo que
estuvo en París, una y otra vez iba a visitar el lugar donde estaba el circo al
tiempo que recordaba todo lo que allí había vivido. ¿Y qué sería de su
embarazo? ¿Tal vez ese niño nunca llegara a nacer? Sólo se le podía ocurrir que
fuera idea de su familia y directivos que se mudaran tan repentinamente.
¿Quizás habían averiguado lo de su relación?
Malcolm no tuvo más remedio que continuar con su vida, sin
dejar su pasión hacia el ilusionismo, empezando de nuevo por los espectáculos
callejeros, ya más conocido por su escueto tiempo trabajando en el circo. Pero
decidió alejarse de la capital debido a que no podía seguir allí recordando
todo lo que había pasado, tratando de olvidar, pues no había manera de saber
dónde estaba Sutton y posiblemente nunca volvería a verla, nadie parecía tener
información suficiente para dar con el circo y viajar no era tan fácil para
alguien como él en aquellos tiempos. Trabajó temporalmente en pequeños circos
deambulantes, hasta que un día encontró un cartel anunciando que el circo al
que pertenecía Sutton volvía a la capital. Una mezcla de melancolía, alegría,
incertidumbre y ganas de volver a verla, impulsaron que Malcolm volviera a
viajar a París después de tiempo, dejando todo atrás, aunque tuviera un espectáculo
aquella misma tarde. Llegó a localizar la carpa, pero al intentar acceder a
ella, fue apartado e incluso amenazado de que no volviera a rondar por la zona.
Sí, algo así como que los leones podían llegar a tener mucha hambre y que
seguro que el público no le haría ascos a una réplica del circo romano de
antaño cuando las fieras devoraban hombres. Resignado, a Malcolm sólo le
quedaba esperar, no sin antes poder ver a Sutton e intercambiar un par de
palabras que le costaba pronunciar después de tanto tiempo, antes de que fuera
separado de ella por segunda vez. También se había cerciorado de que Vincent ya
era una realidad, un niño capaz de caminar por sí solo. Malcolm le hizo saber a
Sutton que los esperaría, que sus sentimientos no habían cambiado por ella, y
así fue como la joven tomó la decisión de hacer las maletas con su hijo y hacer
piña con Malcolm para viajar lejos del circo, la única manera de poder estar
juntos sin riesgo a volver a estar separados.
La pareja se trasladó a Irlanda. Malcolm volvió a sentirse
como en casa, pero mejor porque ya había conseguido algo que deseaba desde que
era un infante: amor y comprensión. Gracias al ilusionismo y ahora teniendo a
Sutton como ayudante y apoyo absoluto, la familia conseguía subsistir sin
problemas, hasta el punto incluso de poder casarse. Malcolm volvió a tener
contacto con su familia, incluso pudo presentarla a Sutton a pesar de que
siempre había sido muy receloso a ello debido a que conocía a su familia y
además el ambiente en su hogar de infancia había llegado a marchitarse más de
lo que ya estaba. Sus hermanos parecían callejeros al lado de Malcolm, aún
llevándose alguna perla o burla por parte de sus hermanos, los cuales le habían
echado el ojo más de una vez a Sutton, y sus padres sin dar ni su negativa ni
su aprobación al matrimonio. Ante la indiferencia, Malcolm decidió separarse de
nuevo de ese ambiente y prefería hacer vida sólo y exclusivamente con su esposa
e hijo, con los cuales ya era suficientemente feliz. Eso sí, para poder estar
tranquilo con su conciencia, le dejó una cantidad de dinero a su familia,
dentro de sus posibilidades antes de marcharse.
Posteriormente, la familia creció con un miembro más entre
sus filas: Savannah, otro tesoro que proteger para Malcolm. Esta vez nació en Inglaterra,
a diferencia de Vincent que, por lo que Sutton le explicó, obtuvo la
nacionalidad Italiana al nacer en Florencia. Se encontraban en Londres,
preparándose para un viaje en el gran transatlántico Titanic, cruzar el charco
y llegar a América para hacer nueva y mejor vida allí sin dejar la pasión por
el circo. ¿Lograrán su objetivo? Sea como sea, él ya no puede ser más feliz...