- ¿Estás lista? – Su voz llega
hasta mí haciendo que levante el rostro. Una media sonrisa asoma en el haciendo
que mis labios se curven ligeramente hacia arriba. Sus ojos marrones examinan
mi rostro con tal intensidad que una risa nerviosa escapa de entre mis labios.
- ¡No me mires así! – Espeto
entornando ligeramente los ojos antes de echarme a reír haciendo que él también
termine por reírse a carcajada limpia. – Shhh…. Que nos oirá la señora –
Susurro en voz baja y casi al instante deja de reír, aunque se le nota en la
cara que le está costando contenerse. Voy a echar de menos estos momentos
aunque en los últimos cuatro años hayan sido más bien escasos. – Te voy a echar
de menos… - Le digo aún en susurros tomando una de sus manos entre una mía.
Toby se ha convertido en mi
mejor amigo a lo largo de estos cuatro años. Llegué a la mansión Whitakker con
mi hermana Theresa cuando tenía catorce años y ella dieciséis. Habíamos tenido
que empezar a trabajar para ayudar a nuestros padres económicamente y para
poder independizarnos en un futuro, sobretodo después de que nuestra madre
quedara incapacitada para el trabajo que había hecho toda su vida tras un
accidente. Aún así no era tan extraño que las jóvenes de nuestro estatus social
comenzáramos a trabajar a temprano edad. En nuestro caso en particular, siempre
tuvimos algo de comida que llevarnos a la boca y nunca nos falto nada, pero con
la invalidez de mi madre y el hecho de que algún día tendríamos que valernos
con nuestro propio sustento, muy a su pesar nuestros padres tuvieron que
mandarnos a trabajar. En un principio solo habían querido mandar a Tess, pero
al final debido a la situación en casa yo también había tenido que partir a
trabajar.
¿Qué si recuerdo la primera
vez que me vi frente a aquella intimidante casa? Sí, perfectamente. Me sentí
pequeña y mi hermana envolvió la mano que tenía más cerca suya con una propia
haciendo que me sintiera protegida y un poco más fuerte. Sentí que con ella al
lado podría cruzar aquellas enormes puertas de roble y enfrentarme a lo que
fuese que hubiese dentro. Ahora en cambio, mis ojos se posan sobre esas mismas
puertas y esas mismas altas paredes que me intimidaron años atrás y lo único
que siento es que me quito un peso de encima sabiendo que jamás voy a volver.
No espero que lady Rachel venga a despedirse de mí, no, eso sería arrastrarse
demasiado para una plebeya como yo y definitivamente no es algo que vaya con
ella.
La que sí que aparece por la
puerta es Cloe que ayer por la noche me regaló uno de sus vestidos que su madre
había decidido tirar. Según sus propias palabras “prefiero que lo tenga alguien
que le vaya a sacar provecho a tirarlo a la basura”. Se acerca hasta mí con una cándida sonrisa
antes de brindarme un abrazo que me reconforta, puede que sea una persona de
alta clase social pero eso no la hace menos humana desde luego. Siento a Toby
observarme, es el que me va acompañarme una parte del camino y antes de que me
dé cuenta ha cogido la única maleta que sostengo con una de mis manos. Soy una
chica con pocas posesiones, aunque entre ellas están las más importantes desde
luego: ropa, un collar regalo de mi hermana a la que dejo aquí en Inglaterra,
unos pendientes de perla pertenecientes a mi madre y un libro que me regalo
Christopher.
Christopher, aparece justo en
este momento por la puerta con una leve sonrisa en el rostro. Noto que tiembla
incluso desde la distancia donde estoy y pongo la mano en el fuego que es la
persona a la que más le duele mi partida. Sus pupilas tiemblan cuando se
encuentran con las mías y soy capaz de percibir la vacilación en su cuerpo
antes de acercarse hasta mí y abrazarme contra él de forma que me llenó de su
aroma, como aquella noche, como aquella única vez que estuvo tan cerca de mí.
Sé perfectamente la reprimenda que le va a costar esto una vez me haya
marchado, pero supongo que prefiere correr el riesgo a carcomerse el resto de
su vida por no haberlo hecho. Le abrazo fuerte durante unos segundos y tengo
incluso la sensación de que voy a echarme a llorar – Mi ángel de la guarda – Le
susurró al oído esbozando una sonrisa totalmente invisible para él. Una sonrisa
que solo Dios es capaz de ver en esos momentos. Y estoy segura de que él ha
esbozado otra porque sabe perfectamente el significado de esas palabras, estoy
segura porque siento como me abraza un poco más fuerte antes de aflojar la
presión.
- Prométeme que me escribirás…
- Me susurra antes de separarse de mí. – Quiero saber que estarás bien,
Valerie. – Sé que es sincero, puedo verlo en sus ojos verdes que me miran y
sentirlo en sus manos que me apartan unos cuantos mechones de la cara. Ya no
soy su doncella, ya no soy una de sus criadas, ya no estoy a su servicio. Ahora
soy simplemente aquella jovencita a la que una noche salvó y con la que
estableció una relación especial. Nada más allá de lo platónico.
- Te lo prometo. – Le respondo
con seguridad y en su rostro se dibuja una sonrisa. Una sonrisa llena de alivio
y esperanza. ¿Cómo voy a pensar siquiera perder el contacto con alguien que me
salvó? Evitó que pasara por un trauma horrible, evito que todo aquello no
fueran más que lágrimas por el miedo pasado. Podría haber sido peor… nunca se
saben cómo terminan ese tipo de situaciones. Sé perfectamente que podría estar
muerta. Me vuelvo hacia Toby, puedo ver en sus ojos la curiosidad y sé que me
va a interrogar durante el camino sobre lo que acaba de ver. Sí, se podría
decir que nuestro secreto ha quedado al descubierto, porque ahora ya no nos
puede hacer daño. Solo se puede mantener un secreto de forma eficaz si una de
las partes está muerta y este desde luego no es el caso.
La última que vuelvo la vista
los hermanos están tomados de la mano y agitan sus manos para despedirse de mí,
puedo vislumbrar una sonrisa en sus rostros y del mismo modo tristeza… Son
sentimientos totalmente contrapuestos pero que en este tipo de situaciones se
complementan a la perfección. Tanto es así que… - ¿Se puede saber a qué ha
venido eso? – Oigo decir a Toby a mi lado y no puedo evitar sonreír. Está claro
de que habla y yo ya me he mentalizado para ello así que no me queda otra que
contarle ese secreto que llevo tres años guardando dentro de mí.
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