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martes, 31 de enero de 2012

22 de marzo de 2019

Esto es una propuesta de nueva "situación actual" en el foro de rol que tengo con mi amiga.
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22 de marzo de 2019

Me parece increíble que ya haya pasado un año. Un año desde que volviéramos a encontrarnos. Un año desde que me sacaron de aquella celda y pude volver junto a mi hija. Un año que ha pasado muy deprisa y me ha cambiado la vida. Los acontecimientos que ocurrieron entre el día 1 de enero de 2018 y el 22 de marzo de ese mismo año fueron los desencadenantes de ese cambio.

Me arrebataron algo que siempre fue mío. Una parte de mí... En esos momento sentía que me habían arrancado el alma, un órgano que yo necesitaba para seguir viviendo. Encerrada en aquella celda oscura llegué a pensar incluso que moriría... Poco después supe que no había sido la única a la que le habían extirpado la magia, había más en mi situación y no todos contaban con la ayuda cercana de alguien que nunca había poseído del modo que yo lo hacía. Yo tenía a mi hija. También descubrí que había habido casos de magos y brujas que habían muerto durante aquel horrible proceso.

Cuando te enteras de algo así te haces dos preguntas: ¿Es mejor morir o sufrir el resto de tu vida recordando algo que te han arrebatado y no volverás a tener? Por supuesto están aquellas personas que se adaptan, que de alguna manera lo superan, pero yo sé, he oído que algunos de ellos simplemente no podían aguantar aquel tipo de vida y decidían quitarse la suya propia.

Y luego en Julio ocurrió quizá una de las mayores desgracias que ha ocurrido en los últimos años en el mundo mágico, además de la caída del secreto y todo lo que ha conllevado. La pluma mágica de Hogwarts, aquella que anotaba los nombres de todos los niños y niñas nacidos con magia en el Reino Unido, fue robada. Con ella la posibilidad de que los nuestros salvaran a aquellos pequeños de las garras y los peligros que conllevaba ser expuestos ante la sociedad muggle.

Ese día murió un gran mago, Javier Castaño y casi fue segada la vida de otra persona, de mi hija..., probablemente por este y otros muchos motivos se nos olvidase. A lo mejor de alguna manera queríamos restarle cierta importancia al hecho de que tuviesen la pluma. ¿Cómo iban a saber lo que era? Quizá fuimos unos ingenuos, quizá solo queríamos unos meses de paz, de tranquilidad, de pensar que todo volvería a su cauce, pero eso nunca ocurrió...

Era mediados de enero cuando saltó la noticia: habían empezado a buscar y encontrar a aquellos niños y niñas que salían en la lista del libro de Hogwarts que habían cogido junto a la pluma. Habían ido hasta sus casas y les habían dicho a sus padres que sus hijos portaban al demonio en su interior, que tenían que extirpárselo si querían evitar que se convirtieran en magos o en su defecto brujas. Muchos de ellos, escépticos, otros asustados y otros influenciados por lo que habían estado oyendo los últimos años sobre los magos, dejaron que los Brigadistas sometieran a sus pequeños a la intervención.

Dejaron que igual que a mí, les extirparan la magia, les quitaran parte del alma...

Recuerdo la primera vez que leí sobre los casos, cuando la realidad me golpeó, a mi y posiblemente a todas las Comunidades Mágicas del mundo que aún estaban en activo. Sentí una sensación horrible en la boca del estómago, casi como si hubiesen golpeado y tuve que retirar con la mano la taza que iba a beber de mi vista. Como si solo verla me hiciese sentir peor, y es que en mi cabeza no dejaba de pasar algo... En el momento en el que perdí la magia para siempre, sentí que había perdido una parte esencial de mí que nada más podría llenar. A día de hoy ese sentimiento sigue allí, cuando recurro a él aparece fuerte y claro y me hace sentir vacía, por eso la mayor parte del tiempo lo mantengo en un rincón de mi mente, ocultó entre muchos otros sentimientos que son más fuertes, que de alguna manera permiten que quede en la sombra...

Yo sé porque siento ese vacío. Yo sé cómo evitar sentirlo, pero del mismo modo que yo lo siento, sé, tengo la corazonada, la certeza de que el día menos pensado esos niños y niñas a los que les están arrebatando la magia antes de que sean siquiera conscientes de que la poseen, sentirán ese vacío. Un vacío que les llevara a la locura más absoluta, porque no tendrán respuesta a alguna a ella. Lo sentirán y no sabrán cómo enfrentarse a él. Les faltará la pieza más esencial de ese rompecabezas: el origen.

Unos lo soportaran, otros serán demasiado débiles y acabaran sumidos en la depresión dejándose engullir por la misma, quitándose la vida y otros simplemente acabaran con problemas mentales tan graves que tendrán que ser encerrados.

¿Lo peor? Nadie se dará nunca cuenta de que todo ello es debido a arrebatarles algo suyo desde la más tierna infancia, y si alguien lo descubriese le harían callar. Preferirán tener altos porcentajes de suicidio y locura, que una sociedad donde la magia que les pertenece por nacimiento y los humanos corrientes puedan vivir en armonía.

Otros padres rechazaron la “ayuda” de los Brigadistas. Estas familias acabaron amenazadas, incluso se las acusaba de infligir la ley por no dejar que les pusieran la mano a sus hijos. Por suerte para ellos, algunos de los nuestros trabajaban de encubierto en diferentes servicios sociales públicos de todo el país y les hacían desaparecer. Desaparecer a ojos de los Brigadistas, porque simplemente los llevaban a diferentes Comunidades Mágicas donde podían estar a salvo.

Por desgracia estos casos escaseaban. Hoy día escasean.

¿La razón? Han manipulado a la sociedad usando el miedo como principal medio para llegar a ellos. Nos han incriminado por diferentes crímenes que ni siquiera hemos cometido. Cientos de montajes alrededor del mundo que hacen creer a una sociedad cegada por el miedo que los magos son los responsables, que son peligrosos y que deben ser eliminados. Unos pocos creen que no es así, pero prefieren callar y no decir nada para no acabar como nosotros o incluso peor.

Me sigue sorprendiendo la facilidad que tienen aquellos que están en el poder de influenciar en el resto... Yo estuve en el poder y nunca se me pasó por la cabeza hacer semejante cosa a los demás. ¿Sería que soy demasiado buena? ¿Qué no me criaron para ello? ¿O es qué simplemente a los muggles que están ahí arriba les falta alguna tuerca?

El resultado es que nosotros hemos quedado como los malos.

En febrero muchas otras Comunidad Mágicas alrededor del mundo fueron descubiertas y sus magos apresados. A algunos les esperó el mismo destino que a mí y a otros la muerte como a magos de renombre años atrás, como a Sergey Vasiliev, el primer mago ejecutado. No sabemos aún por qué a algunos los ejecutan y a otros les extirpan la magia, pero algún motivo tiene que haber...


Con todo esto los magos hemos empezado a bajar de una forma drástica en número y solo en Reino Unido quedamos cerca de 300 de los miles que éramos, hay algunos que hasta temen que pueda ser el fin, que estemos en serio peligro de extinción. Podría ser posible... Nos unimos con los muggles para evitar que eso pasara, el hecho de que hijos de muggles tuvieran magia ayudaba a nuestra procreación, pero si solo quedamos los magos que hoy día sobrevivimos, no pasara mucho tiempo hasta que exista el último mago sobre la faz de la tierra.

Cada día los hijos, las parejas, los familiares de aquellos que siguen caminando entre los muggles, poniéndose en peligro y fingiendo ser algo que no son, tienen el corazón encogido en un puño y un nudo en el estómago que no se deshace hasta que los vemos regresar a salvo. La pregunta es... ¿tendríamos que hacer todos lo mismo? ¿Fingir algo qué no somos? ¿Adentrarnos en su mundo y encontrar el punto débil para así derribarlos de un solo golpe? O, ¿simplemente nos quedamos de brazos cruzados?

Puede que haya más alternativas. Puede que haya gente con otras buenas ideas para salvarnos, pero lo que está claro, es que nuestro futuro y el de nuestros hijos está más que nunca en nuestras manos, ¿por qué sino que futuro les espera a las pequeñas que acaban de tener los Lompard? ¿O a los hijos de nuestros propios hijos?

La mayor de las preguntas es si realmente estamos dispuestos a hacer algo, si seremos lo suficientemente valientes y volveremos a tomar aquello que es nuestro y sobretodo... A demostrar a los muggles que no somos como nos pintan, que nosotros no somos el peligro..., que ellos mismos son su único enemigo y el que está acabando con algo tan maravilloso como lo es la magia.

jueves, 26 de enero de 2012

No se puede huir del pasado. Parte 2

Punto de vista de Wendolyn
“Sí, claro que me he enterado”. No esperaba menos. Apartó sus ojos azules unos segundos. En realidad gozaba de una suerte increíble, sino fuera por Sunday no sabía que hubiera sido de ella en esos momentos. ¿Cómo podría haber empezado a sobrellevar eso? ¿Cómo podría algún día superarlo? Solo porque ella estaba allí con ella, sabía que estaba siendo capaz de seguir adelante, porque era ella la que le había enseñado a la luz, la que la estaba guiando y agradecía a quien fuese el responsable de haberle dado aquel regalo, por mucho que a otras personas en el pasado les hubiese podido parecer una “desgracia”.

No sólo había sido un regalo en aquellos momentos, había sido lo único que en silencio la había mantenido siempre unida a él. Había sido el mejor regalo que podía haberle dado. Había sido la niña de los ojos de su padre que la había ayudado en cada paso de aquella aventura que a ella con diecinueve años le venía un tanto grande. Había estado siempre allí para ella, para las dos y por muchos años difíciles que hubiesen tenido y muchas cosas que hubieran tenido que aprender para darle a ella la oportunidad de pertenecer no solo al mundo mágico, sino también al muggle, habían valido la pena. Ahora era cuando lo veía todo claro.
- Tengo la mejor ayuda del mundo... – Alguien que había vivido con aquello muchos años. Esbozó una sonrisa mientras volvía los ojos hacía él. – Así que podría decir que lo llevo bastante bien, cuesta hacerse a la idea de que ya no... podré hacer... magia. – La palabra se le había quedado atorada en la garganta. Su varita había quedado en manos de los Brigadistas y posiblemente ya hubiese sido pasto de las llamas, pero por una parte incluso lo agradecía. Haber sabido que estaba en aquella casa, tener la tentación de agitarla y ver que no pasaba nada hubiese sido mucho peor.

Los ojos de la mujer siguieron los movimientos de Gerry y no pudo evitar que una nueva sonrisa se formase en su rostro cuando vio como se acercaba a las fotos. Sintió como su el bombeo de su corazón se aceleraba ligeramente, como si aquel secreto fuese a salir a la luz en ese preciso momento después de tanto tiempo – Eso dice todo el mundo, que se parece a mí – Aunque quizá ella era la única que en alguna ocasión le había visto algún parecido con él. Era algo inevitable. Se quedó unos segundos parada donde estaba cuando aquella pregunta salió de sus labios. ¿Y qué esperaba? ¿Qué no preguntase? ¿Qué no se interesase?

Una parte de ella deseaba decirle quien era aquella chica. Deseaba decirle que era su hija, que se había perdido casi veinte años de su vida, que tendría que haber vuelto antes, que nunca debería haberse marchado. Incluso que por qué tenía la cara de aparecer después de tanto tiempo. Que ahora ya nada importaba, que el pasado en el pasado había quedado, pero la realidad era muy distinta. Por mucho que hubiese intentado darle a Sunday una figura paterna que no fuese su abuelo, nunca había conseguido estabilizar ninguna relación y cuando cumplió los seis años empezó a darse por vencida. Cuando la pequeña no dio signos de magia y descubrieron que era squib, se convenció de que nadie querría ser el padre de una niña que no pudiera hacer magia y decidió volcarse en ella y en su trabajo. En gran parte aquella niña de ojos azules que hacía sonreír tanto a su abuelo, se había convertido en el gran amor de su vida.

Y lo peor era que el pasado seguía importando y no se había dado cuenta hasta aquella noche.

En contraposición otra parte de ella no quería decirle directamente que también era hija suya, quería seguir siendo egoísta y guardarse aquello para ella. Como hacía veinte años. Ya lo descubriría por sí el destino así lo quería, después de todo no había que ser demasiado listo para darse cuenta.

- Cumplirá veinte años en Diciembre.

¿Acaso eso no era una pista ya demasiado grande? Tampoco era tan difícil hacer las cuentas.

Punto de vista de Gerry

La mejor ayuda del mundo. Sonrió, a pesar de no saber si se estaba refiriendo a la hija que tenía o alguien más especial. Fuera como fuera le alegraba saber que contaba con ayuda para superar aquel trance. Desearía poder ser él, pero a aquellas alturas de la vida no sabía si la británica iba a dejarle entrar en su vida otra vez como hacía tantos años.

- Normal… - murmuró. A él también le costaría hacerse a la idea de algo así, sobretodo porque era algo con lo que había contado toda su vida. Era parte de ellos y era realmente una crueldad que te lo arrebatasen de la manera en como se lo habían hecho a ella. – Me alegro de que al menos tengas esa ayuda… Hay otros en tu misma situación que ni siquiera tienen eso – Pues había llegado a oídos de Gerry que Wendolyn no era la única que había sufrido aquel destino y que además otro de los afectados era de aquel mismo pueblo.
“Cumplirá veinte años en Diciembre”. Sonrió de forma inconsciente mientras echaba otro vistazo a las fotos sobre la repisa de la chimenea hasta que la palabra “Diciembre” volvió a resonar en su cabeza como si quisiera darle la respuesta a algo. Diciembre. Noviembre. Octubre. Septiembre. Agosto. Julio. Junio. Mayo. Abril. Él se había marchado hacía veinte años a mediados de Mayo lo cual implicaba que… - ¿Has dicho Diciembre? – en realidad no necesitaba la confirmación a aquella pregunta, lo había oído perfectamente. Eso quería decir que... – ¿Por qué no me dijiste nada? – Fue lo primero que se atrevió a preguntar cuando estuvo totalmente seguro de lo que todo aquello significaba, pero sobretodo cuando se percató de lo mucho que podrían haber cambiado sus vidas si ella hubiese dicho algo en su momento.

En ese momento pensó que ella se había comportado como una persona egoísta al guardarse aquello no solo en aquel preciso momento sino a lo largo de todos los años que habían ido pasando. Le había quitado la oportunidad de poder hacer la elección de quedarse con ellas en lugar de hacer lo que estaba prescrito.
- Sabes perfectamente que habría vuelto... En realidad tendría que haberlo hecho de todos modos – Era algo de lo que estaba seguro que se arrepentiría el resto de su vida. El no haber plantado cara a sus padres, haber roto aquel compromiso que lo había mantenido atado a Rhiannon y haber vuelto con ella. Con aquellos ojos azules que tanto le habían atraído desde un principio – Lo siento Wendolyn, lo siento mucho... Nunca debí dejarte sola.

Había pensado muchas veces en cómo se sentiría cuando le pidiese perdón, cuando dijera aquellas palabras y no pudo menos que sentir como se quitaba un peso de encima. Un peso que había estado cargando todos aquellos años. El silencio que se formó le hizo sentirse incómodo e incluso dar unos pasos por la estancia antes de que la pregunta quizá más oportuna en aquellos momentos saliera de su boca. - ¿Cómo se llama? – Necesitaba saberlo. Quería saberlo.

martes, 24 de enero de 2012

No se puede huir del pasado. Parte 1

Punto de vista de Wendolyn

Si su padre supiera eso la mataría, estaba segura. Aún recordaba todo lo que había dicho veinte años atrás cuando Gerhard se fue dejándola sola. Wendolyn estaba segura de que nunca había oído salir tantos insultos de boca de su padre como aquella tarde. Ni tantos insultos ni tantas prohibiciones.

Sus recuerdos se vieron interrumpidos cuando vio pasar a Sunday por el pasillo. Lo había olvidado por completo. Se dio la vuelta para seguir a la muchacha que se había dirigido al salón devolviéndole la sonrisa cuando sus rostros se encontraron – Sunday... – Esperó una respuesta por parte de su hija que parecía buscar algo - ¿No vas a ver a Mihjail hoy? – Su hija levantó la mirada con una expresión extraña en el rostro – Solo era una pregunta... – Se defendió la mujer mientras se cruzaba de brazos apoyándose en el marco de la puerta – Deberías ir a verle..., no tienes porque estar todo el día pendiente de mí. Venga ve, estaré bien – La animó con una renovada sonrisa en el rostro.

Si le decía la verdad seguro que habría reaccionado como su padre.

Tuvo que insistir unos segundos más y un poco más y casi se vio obligada a echar a su hija de casa (que era realmente lo que intentaba hacer). Casi podría decir que se sintió aliviada cuando la vio desaparecer caminando al final de la calle. Quería hacer las cosas paso a paso y para eso lo mejor es que por el momento no se encontraran. También era consciente de que muchos habrían puesto el grito en el cielo ante una relación como la de su hija, pero ella se jactaba de ser diferente, además había pensado que negando lo evidente no arreglaba nada. Confiaba en ella y confiaba en él y eso era lo único que necesitaba para estar tranquila.

Se paseó nerviosa por el salón durante el siguiente intervalo de minutos, moviendo con nerviosismo las manos. Tenía que ser sincera consigo misma: nunca había creído estar en la posición en la que se encontraba en ese momento. Nunca había creído tener que decirle nada porque creía que jamás volvería a cruzarse en su camino... Lo había hecho y ahora la moral la obligaba a contarle la verdad y a pesar de estar decidida aún no sabía muy bien cómo iba a decirle que durante aquellos veinte años había tenido una hija de la que no conocía la existencia.

Ni tan solo quería imaginarse la reacción que tendría al enterarse.

Recordaba que durante los primeros meses del embarazo, incluso durante las primeras semanas de saber su estado, se decidía a mandarle una lechuza y contarle la verdad creyendo fervientemente que si sabía que ella iba a tener un bebé volvería a su lado. Al final todas aquellas veces había acabado diciéndose a sí misma que solo eran ilusiones suyas, que de haber querido se habría quedado con ella. Había decidido que era mejor seguir los consejos de su padre y dejarle al margen de todo aquello. La verdad posiblemente solo les trajera más problemas.

El sonido del timbre la trajo de vuelta al presente. A un presente que nunca imaginó y donde aquella verdad saldría a la luz. Una verdad que había llevado tiempo, bastante tiempo y quizá podría haber permanecido oculta siempre. La mujer se acercó a la puerta de la entrada sintiéndose por primera vez en años nerviosa. Realmente nerviosa.

- Gerry... – Le saludó nada más abrir la puerta esbozando una fina sonrisa. Se apartó ligeramente para que pudiera pasar mientras ella cerraba la puerta y luego lo conducía hasta el comedor donde volvió a hablar – Te has enterado, ¿no? – ¿Cómo no iba a enterarse? Todo Valgrange se había enterado de que había acabado siendo una Squib creada por los muggles. Por suerte tenía el mejor apoyo que podía pedir en esos momentos, de alguien que había nacido con aquella condición y de la que había aprendido numerosas cosas – Nunca pensé que no podría volver a agitar una varita.... – Estando viva, claro.

Punto de vista de Gerry

Gerry no sabía muy bien que pensar sobre el hecho de que Wendolyn le hubiese hecho aquella petición considerando que habían pasado veinte años y sobretodo por cómo habían terminado las cosas entre ellos. Quizá por eso había tardado en volver y el detonante para cruzar el atlántico había sido el hecho de enterarse que estaba en peligro. En serio peligro. ¿Qué si le importaba lo que pensará Rhiannon? No demasiado. Era auror, ¿no? Tampoco tenía porque ser tan raro que los destinaran a un país extranjero, menos teniendo en cuenta como estaban las cosas en aquellos momentos y que Reino Unido era de los países más afectados.

De todos modos en esos días, Rhiannon parecía demasiado ocupada en estar dando órdenes a la servidumbre como para darse cuenta de lo que él hacía o dejaba de hacer o cuando salía o entraba en la casa. Claro que, aquello de dar órdenes a diestro y siniestro parecía el hobby favorito de la mujer y es que era lo que se pasaba haciendo la mayor parte del día (por no decir que incluso lo hacía durmiendo). Lo que si había hecho había sido decirle a los chicos que iba a dar una vuelta por el pueblo y el hecho de que normalmente no le hicieran demasiadas preguntas, en aquellos momentos le supuso una pequeña ventaja.
Caminó por las calles del pueblo siguiendo las indicaciones que le había dado Wendolyn, seguro de que en un sitio tan pequeño, después de haber vivido en Los Angeles y seguidamente en la Comunidad Mágica de ese mismo sitio, no le iba a ser tan complicado. En efecto, en menos tiempo del que esperaba (y quizá hubiese querido un poco más de tiempo para poder prepararse mentalmente) se encontraba en el lugar indicado. Frente a la casa de la mujer. Respiró profundamente antes de alargar el brazo y tocar el timbre. Esperó con aparente tranquilidad a que la puerta se abriera y el conocido rostro asomara al otro lado.

- Buenas tardes, Wendolyn – La saludó sin saber realmente cómo comportarse ante ella y evitando usar el diminutivo “Wendy”. Quién sabía si después de veinte años le sentaba mal o cualquier otra cosa. Si lo había usado en el cuartel de la Brigada era porque... bueno... siendo que estaban todos nerviosos y en tensión era normal que dijeran las cosas sin pensar, ¿no? La siguió hasta donde ella misma le guió, el comedor – Sí, claro que me he enterado – En un sitio como aquel debía de ser normal enterarse de aquellas cosas tan rápido. Lo primero que había pensado era que era una crueldad, pero, posiblemente lo que más le doliera fuera el hecho de que le había pasado precisamente a ella – Debe de ser muy duro..., no quiero ni imaginármelo – Añadió en apenas un susurro mientras echaba un vistazo a la habitación. – ¿Cómo lo llevas? - ¡Mal! ¡Seguro! Pero, ¿qué otra cosa podía preguntarle?

Casi de inmediato sus ojos fueron a parar a aquellas fotografías en movimiento que tenía sobre la repisa de la cocina y sin poder evitarlo se acercó para poder observarlas mejor. – Me enteré de que habías tenido una hija..., se parece mucho a ti por lo que veo – Añadió mientras sus ojos se paseaban por aquellas imágenes, en una de las cuales aparecía además el padre de Wendolyn, cosa que le hizo esbozar una fina sonrisa – ¿Cuántos años tiene? – Porque tanta información no tenía. Ni siquiera se había enterado de quien era el padre, si se había casado y quedado viuda o qué, pero no le parecía tan raro tampoco. Ella siempre había destacado por ser muy discreta con su vida privada. Seguro que por eso había tardado también tanto en averiguar que tenía una hija.

Sunday's Diary VI

25 de Enero de 2018

Veo mi mirada en el espejo y lo recuerdo. Perfectamente. Recuerdo mi mirada suspirando en la ventana y él apareciendo tras de mí. La diferencia es que ahora solo es un recuerdo. Y sí, mi mirada suspira en la ventana pero él no aparece tras de mí, solo es producto de mi imaginación. Una imaginación que hace que incluso lo vea reflejado en el espejo y que cuando me vuelvo me devuelve a la realidad. Sin nadie detrás de mí.

Ni ella ni él.

Hay ratos en los que me quedó en ese punto de la habitación donde ocurrió todo, donde me dio aquel primer beso después de que yo de una forma totalmente inconsciente me abriese totalmente a él, como si de un libro se tratara. Deje entrever mis sentimientos y lejos de alejarse, ignorar mis palabras o indignarse (incluso decirme que había perdido la cabeza) lo único que hizo fue lo que yo tanto había deseado.

Sonrisas. Se forman en mi rostro con una facilidad asombrosa cuando evocó ese recuerdo y el dolor que siento muy dentro de mí desaparece, como si algo lo empujase fuera durante aquellos lapsos de tiempo en que la felicidad es lo único que llena todo mi cuerpo. Me gusta sentirme así, pletórica aunque sepa que en pocos segundos la sensación de abandono vuelve a invadirme debido a su ausencia.

Extraño tanto las pisadas de mi madre por la casa de buena mañana que no sé cómo no me he dado cuenta antes de que eran tan notorias. Al igual que aquel olor que desprendía la cocina cuando cada mañana iba a desayunar, el sonido de la varita agitándose en el aire y el murmullo de mi madre conjurando aquellos hechizos que conseguían milagros. Daría lo que fuera por volver a oírlos, por verla conjurar aquellos sencillos encantamientos y recoger o limpiar la casa en un santiamén. Por volver a oír su risa invadiendo la habitación o simplemente notar su mirada sobre mí.

¿Cómo es posible que cosas que me molestasen antes ahora las echase en falta? Supuse que como bien decía aquel dicho, nunca se sabía lo que se tenía hasta que se perdía. Me pasó con mi abuelo y ahora me estaba pasando con mi madre y en cierto modo con Mihjail. Ha pasado una semana desde que vino a verme para decirme que iba a traer a mi madre de vuelta conmigo y aunque intento mantener la calma no puedo evitar ponerme más nerviosa a cada día que pasa.

Siento que mi vida pende de un hilo o más bien la de ellos dos. No sé donde están ninguno de los dos y aunque Jacques y su familia me cuidan de maravilla e incluso me mantienen distraída a ratos, siento que por todos los momentos en que me siento un poco feliz, los estoy traicionando a ellos. A mi madre que está en algún lugar de Londres encerrada y con muchas posibilidades de terminar como Sergey. Muerta. Y a él que ha ido a buscarla cuando en realidad no tenía ningún motivo real... ¿Lealtad? Posiblemente, aunque un pedacito de mi misma, espera que también haya sido por mí... ¿Es demasiado egoísta?

Lo peor de todo es estar rodeada de gente que quiere sacarte una sonrisa y que las dos únicas personas que quieres ver, que quieres abrazar, que quieres besar y a las que les quieres decir lo mucho que las quieres hasta la saciedad no están... Lo peor es esa incertidumbre en el corazón, el no saber si volveré a verlos. Si esa última advertencia de mi madre y aquel “Vete y ni se te ocurra volver. Es peligroso” con decisión y con aquella mirada firme que me había lanzado y podían a ser las últimas palabras que oyese de ella. Si ese último contacto sutil cuando nuestras manos se separaron antes de que yo echase a correr iba a ser el último. Si aquel último cruce de miradas antes de empezar a correr sería el último.

Si aquel único “Te quiero Sunday” iba a ser el único que oyese de sus labios, si aquel abrazo antes de irse iba a ser el último, si aquellos besos iban a ser los primeros y los últimos, si me iba a tener que contentar con saber que había sido correspondida...

Todo esto solo consigue una niebla azul me envuelva y me haga estar decaída todo el tiempo, como si nada fuese a lograr que recuperase la sonrisa, como si de alguna manera solo su regreso pudiera disiparla. Es triste pensar así... depender tanto del regreso de otras personas, pero el momento no sé de qué otra manera sentirme. Supongo y una parte de mí lo desea fervientemente... que con el paso de los días la niebla desaparezca y aunque no sea una sonrisa luminosa y radiante, pueda mostrarme mínimamente y demostrar que tengo confianza, cosa que ahora no logro hacer a pesar de tenerla.

La esperanza es lo último que estoy dispuesta a perder en esta batalla.

sábado, 21 de enero de 2012

Sunday's Diary V

18 de Enero de 2018

Cuando ya no crees que va a pasar es precisamente cuando las cosas pasan. Cuando crees que ya solo son cenizas de tus sueños, porque los sueños, sueños son, entonces la realidad te sorprende haciendo realidad ese sueño con el que soñabas despierta desde hace años. Pero es tan surrealista que durante unos segundos piensas que aún es un sueño.

Es dulce. Tierno. Ligero. Suave. Amable. Largo. Perfecto. Único. Suyo.

Notaba mis piernas temblar. Mi cabeza daba vueltas y un agradable cosquilleo inundando cada parte de mi cuerpo. La única señal que necesito para saber que eso es real. Que el beso es lo más real que he sentido desde que esos sueños empezaron a invadir mi cabeza. Sueños sobre cómo podría ser. Sueños de algo imposible. Sueños de algo platónico y que sin embargo en ese momento tenía al alcance de mis manos.

Sentir después de tantos meses aquello que quería sentir y saber que es mejor de lo que mi mente, mis sueños, mi imaginación habían construido en mi pequeña cabeza. Fácilmente superable por todo lo que yo me había creado. Tan perfecto. Insuperable. Recuerdo haber tenido el instinto de llevarme una mano a los labios como si de aquella manera volviese a sentirlo.

Volver a sentirlo es tan fácil como lo fue mi siguiente movimiento. Esta vez fui yo pero es un contacto mucho más corto. Sentí formarse una sonrisa en mi interior y aquellas dos palabras salieron de mis labios. Dos palabras con un gran significado. Esas que a la gente tanto les cuesta decir. A mí no me costó nada. Lo dije desde el corazón. Fuese un susurro, a gritos o en un tono normal, fue el “Te quiero” más sincero que dije jamás... La última vez ni siquiera me atreví a decirlo.

Noté el metal sobre mi piel. La cadena que llevaba colgada al cuello y me decidí. La tomé con mis manos y la dejé en las suyas. Es lo único que podía ofrecerle en ese momento además de todo mi amor que ya le ofrezco... Que ya le ofrecía desde hace tiempo sin que él lo supiera y sin que yo supiera que él profesaba el mismo hacía mí.

Me siento feliz. Tan feliz que siento que soy hasta egoísta. Egoísta por ser feliz. Por saber que aunque ese último intento de sonrisa antes de irse es lo último que me ha mostrado hoy, volverá. Lo siento dentro de mí.
Pero sobretodo porque me quiere.

miércoles, 18 de enero de 2012

Sunday's Diary IV

20 de Diciembre de 2015

Dile a tu madre “Avísame cuando alguien importante vaya a aparecer” o bueno, directamente no lo hagas. Da la sensación de que no te escuchan. Al menos a mí me da la sensación de que ella no lo hace a pesar de sus: “Te estoy escuchando, cariño” cuando me cruzo de brazos delante suya y frunzo el ceño. En realidad quizá a mis casi diecisiete años tendría que haber asumido ya que aunque le repita las cosas hasta la saciedad hay algunas de ellas que ignora. Posiblemente las que yo considere más importantes y ella por el contrario considera que son nimiedades.

Por supuesto cabe la posibilidad de que si sea una nimiedad y yo esté convirtiéndolo en una cosa totalmente diferente. Será que no puedo evitarlo. Soy una adolescente y las adolescentes tendemos a magnificar las cosas, ¿no?

No creo que olvide las miradas sobre mí cuando he entrado en el despacho de mi madre, mirándome. Enseguida he pensado “¡Oh mierda! He interrumpido algo importante. Seguro”. Siempre es lo primero que hago nada más llegar a casa del instituto, nunca me preguntó si hay alguien porque ella me suele avisar. Mis ojos fueron a parar en el montón de papeles que había amontonados en una parte de su escritorio, los que normalmente está revisando a esas horas. Aún en estos momentos en que estoy escribiendo esto no entiendo cómo es posible que no me percatase de las voces que llegaban desde dentro del despacho. Claro que eso fuera posiblemente por ir escuchando música en vez de dejar de hacerlo nada más cruzar las puertas del ayuntamiento.

Mea culpa.

Recuerdo haber balbuceado algo, un intento de disculpa antes de echarme un vistazo a mí misma, preguntándome porque me miraba de aquella manera aquel tipo. Por supuesto... Empezando por mis cabellos morenos que estaban recogidos en una trenza de la que se escapaban algunas hebras de pelo, hasta llegar a mi vestimenta: camisa blanca, chaqueta azul y una falda plisada a cuadros de diferentes tonos azulados. El uniforme del colegio.

Tuve el impulso de darme la vuelta e irme de allí, pero mi madre se me adelantó presentándome al desconocido que había en la habitación. No pude evitar sorprenderme cuando el apellido Vasiliev salió de labios de mi madre. Tenía delante de mí al hijo del primer mago ejecutado en Londres (y en el mundo) y no sabía cómo reaccionar o qué hacer, a pesar de haber sabido manejarme siempre en múltiples situaciones.
Por suerte el me ha tendido la mano y he dejado de parecer una estatua. Se me ha antojado una persona distante y seria, muy seria, tanto que me he sentido más pequeña de lo que soy en su presencia (en todos los sentidos, además). Debo de haberme quedado más segundos de los necesarios mirándole antes de haber rodeado el escritorio de mi madre y empezado a clasificar los papeles que había sobre el mismo, mientras fingía no escuchar la conversación que habían retomado.

¡Por supuesto que les prestaba atención!

27 de Julio de 2016

Supongo que es algo que ha ido pasando paulatinamente. Ha sido algo que ha ido evolucionando a lo largo de los meses que han ido pasando. Me resulta irónico pensar que aquella primera tarde me pareciese una persona seria y distante, y que ahora cada vez que le veo, cruzo una mirada con él o simplemente oigo su voz, mi corazón de un vuelco dentro de mi pecho. He de admitir que al principio no sabía que me estaba pasando y a que venía aquella necesidad de toparme con él siempre que pudiera.

Ahora que sé lo que me pasa y por qué me pasa no sé si sentir más miedo que antes. Me he llegado a preguntar a mi misma si es simplemente un capricho más o uno de esos amores platónicos que tenemos las adolescentes. Todas tenemos ese amor adolescente mayor que nosotras, ¿no?... Y aún así algo dentro de mí me hace pensar seriamente que no es sólo eso, que es algo mucho más profundo.

Algo como lo que sentí por Jacques. Lo que sentí por Jacques y tuve miedo de admitir por no salir herida, porque no quería que acabase pasándome lo mismo que a mi madre. Posiblemente el miedo que estoy sintiendo ahora en algún rincón de mi ser, no sea por miedo a lo que siento... Si no, miedo a que otra vez salga corriendo, como si realmente sintiese que ese sentimiento tan puro pudiera asfixiarme. Por supuesto también está ese miedo lógico al rechazo que en mi caso se ve acrecentado por la diferencia de edad..., y es que once años son bastantes. Me hace replantearme muchas veces sino debería mirar hacia otro lado e ignorar lo que siento para así poder olvidarlo. Además de que no me veo capaz de confesarle lo que siento, sería hacer un ridículo espantoso... ¿Qué persona de veintinueve años va a fijarse en una chica de dieciocho que hasta hacía poco llevaba aún uniforme de instituto? Ridículo solo pensarlo.

Y por muy ridículo que pueda parecer una parte de mi anhela que todo lo que yo siento sea correspondido de alguna manera por él... Un sueño lejano, que no obstante no deja de repetirse en mi cabeza como si fuera un bucle. Un bucle infinito. Mi subconsciente lo lleva cada noche a mi mente haciéndolo real en el lejano mundo de los sueños pero dejándome totalmente desamparada una vez despierto y vuelvo a la realidad.
Cada mañana cuando me levanto sigo el mismo ritual que he seguido durante años pero con una pequeña diferencia. Una que sólo conozco yo. Entro en el despacho de mi madre y le deseo un feliz día antes de partir a mis quehaceres y sé que él está con ella y como cada día me da los buenos días, consiguiendo que ese calor tan reconfortante que siento cada vez que lo hace, llegué a todas las partes de mi cuerpo, como si fuese una luz que se enciende desde el centro de mi corazón y lo ilumine todo... Llenando todo de una agradable y mágica luz.

Si los magos realmente creen que la magia es solamente aquella que pueden convocar mediante una varita, están muy equivocados. Hay magia más allá de los hechizos y las pociones. Es ese tipo de magia invisible pero que deja una huella impresa en nosotros. Una huella que por mucho tiempo que pase sigue allí en algún recodo de nuestro ser. Bendita sea esa magia que yo siento cada mañana..., cada vez que oigo su voz o que se dirige a mí aunque sea para pedirme algo absurdo, en esos momentos tengo la sensación de que me ve, de que sabe que existo...

También es posible que sean solo ilusiones mías... Preciosas sí, pero ilusiones al fin y al cabo.

martes, 17 de enero de 2012

Sunday's Diary III

24 de octubre de 2015

¿Realmente nuestras parejas nos conocen tan bien cómo pensamos? ¿Realmente conocemos nosotros bien a nuestra pareja? ¿O la verdad es que simplemente escondemos más de lo que queremos admitir y ella igual?

¿Qué haces cuando te has topado con que hay algo que has estado escondido y no has querido admitir? ¿Qué pasa entonces? ¿Ese refugio que encontramos en nuestra pareja se vuelve inseguro? Cuando creemos que van a averiguar eso que escondemos en el momento que deliramos, estamos de mal humor, cansados... En esos momentos en los que realmente creen que ven todo de nosotros. ¿Qué pasará si ellos descubren que les escondemos algo?

Que escondemos inseguridad. Ansias de libertad. Deseo de soledad. ¿Qué pasaría entonces? ¿Tan injusto sería querer gozar de esa libertad, de esa soledad y de seguridad de otra manera que no sea en pareja? ¿Cómo se dice? Excusas. Siempre buscamos excusas... o al menos seguro que eso es lo que piensa la otra parte. Que allí les dejamos, con una mano en el corazón y en la otra excusas que ni nosotros entendemos... ¿Qué pasa si no son excusas y es la verdad?

Pasaron seis meses y le dije adiós... “Un placer coincidir en esta vida”, pero no solo había sido eso. Había algo más en lo que compartimos en esos seis meses llenos al menos por mi parte de confidencias y ansias de volver a verle. Sé que seguiremos compartiendo momentos, pero no con la misma intimidad y la misma confidencialidad. Me niego a perder una parte de mi vida que ha sido importante. Ya he perdido bastante... aunque no me quejo, tengo la mejor figura paterna que podría haber pedido jamás.

Me siento mal. Sé que voy a hacerle daño a una persona que ni siquiera se lo merece... ¿pero qué hago sino? Seguir mintiéndome a mí misma y a él en el proceso. Lo veo demasiado injusto y más para él que para mí misma...

Es una de las cosas más difíciles que voy a hacer en la vida.

Definitivamente.

18 de diciembre de 2015

Siempre dicen que es algo especial y que surge de forma espontánea, no es algo premeditado, no es algo que fueses con la idea de hacer. La idea de una tarde tranquila y normal puede acabar perfectamente de esa manera. Puedes cruzar la línea sin darte apenas cuenta y sin poder hacer nada para detenerlo. Pierdes el control de tu cuerpo y tu mente. Te dejas llevar por aquellos deseos escondidos y llegas hasta el final en una mezcla de éxtasis y locura. Es como si viajaras en una montaña rusa. Los primeros momentos sientes ese hormigueo en la boca del estómago... Ese mismo que te avisa de que algo excitante va a pasar. El que te advierte y tú decides ignorar.

Te dejas llevar y aunque el miedo te invade, aunque sientes que no vas a poder con ello... A pesar de todo acabas disfrutándolo. No es lo que esperabas. No es lo que te decían. Te sientes torpe e incluso ridícula y la vergüenza se apodera de ti, después de todo es la primera vez que alguien te ve de aquella manera. Sin ropa de por medio. Sin tapujos. Totalmente al natural. Incluso notas ese calor invadir tus mejillas que te hace bajar la mirada unos segundos antes de sentir su calidez contra tu cuello y un escalofrío agradable recorre toda tu espina dorsal, dándote la sensación de que no vas a poder mover un músculo.

Bajé la mirada en ese instante encontrándome con aquellos ojos de color miel y pudiendo ver debido a la cercanía esas pequeñas motas de color verde que los decoran, como si de un cuadro imperfecto y a la vez perfecto se tratase. En ese momento tuve la sensación de que eran incluso un espejo en los que veía reflejados mis ojos azules. Notaba su aliento contra mi cara mientras me sujetaba con fuerza contra él, como si temiese que por algún motivo fuese a desaparecer. Como si temiese que de un momento a otro fuese a salir corriendo de aquel lugar.

Recuerdo haber dicho que no me iba a mover de allí y noté como la presión bajaba notablemente. Esbocé una sonrisa justo antes de él acortará la distancia y me besase sin que yo realmente lo esperara. Mis dedos se perdieron entre las hebras de oro de su cabello mientras ampliaba la sonrisa después de que volviese a separarse. No recuerdo que dije pero le hizo sonreír y eso me bastó. Solo espero que el recuerdo se mantenga tan vívido en mi mente como lo conservo en estos momentos.

Sino al menos tendré estas palabras para recordarlo.

¿Qué más puedo pedir en realidad? Además... No ha sido con un completo extraño. Siempre ha sido una persona especial para mí. Y sí, durante mucho tiempo llegué a imaginarme todo esto con Jacques hasta que me di cuenta de que no era la persona adecuada para mí, que posiblemente yo estaba preparada para dar el paso y él no. Realmente nunca lo sabré, porque nunca se lo pregunté. Es solo una sensación que vaga por mi mente cuando pienso en ello...

Y existe una posibilidad de que él tampoco sea la persona adecuada. Lo sé y no me da miedo haberme equivocado. Todos cometemos errores... Pero de una cosa estoy segura ahora y sé que nunca cambiará: ha sido especial y eso ni la persona más adecuada y maravillosa del mundo podrá cambiarlo jamás. Nunca lo olvidaré. Nunca le olvidaré por muchos años que pasen y por muy lejos que podamos llegar a estar el uno del otro.

lunes, 16 de enero de 2012

Love Letter

Puesta a rescatar cosas, rescato una ñoñada de hace dos años... !

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¿Qué se dice? ¿Hola? ¿Querido amigo? Pues como yo siempre he sido diferente solo diré: Una vez más...

Me llenó de gozo recibir una carta tuya. Sonará estúpido, pero cada semana espero con ansias a que llegue una más. Mis amigas incluso me han llegado a preguntar, que porque esa emoción por recibir otra de tus cartas. Dudo que alguna vez lleguen a entender lo que significan para mí estas cartas, aquellos encuentros…

Los echo de menos. Quizá ante otras personas no lo admita, ni siquiera admito que pienso en todo aquello, en algo lejano. Algo que era perfecto o mejor dicho, que rozaba la perfección, porque todos sabemos que la perfección en sí misma no existe…, solo la podemos rozar. Yo la rozaba en cada uno de aquellos encuentros, que ahora se han visto reducidas a cartas semanales…, a veces mensuales. Estas últimas son las más difíciles de esperar… Te hacen pensar, meditar… ¿Qué pasará el día que no llegué otra? ¿El día que yo misma me canse de contestar? Las pocas veces que lo he pensado, he llegado a la conclusión de que será cosa del destino. El destino nos dirá que hacer, introducirá nuevas personas en nuestras vidas y aunque nosotros quisiéramos nadar a contra corriente contra ese destino, acabaría llevándonos con él, solo a donde él quiera guiarnos. Como ahora, como siempre…, por mucho que pese y duela.

Hay gente que dice que el destino lo construimos nosotros, a base de las decisiones que tomamos cada día, de las alternativas que tomamos… Cada día tenemos la alternativa de rendirnos o de seguir hacía adelante. Lo único que tengo claro es que tomemos la decisión que tomemos el destino siempre nos acabara llevando al punto y que si pudiera retroceder este último año, no cambiaría nada. De no haber pasado lo que pasó, de no haber tenido un encuentro fortuito estoy segura de que el destino nos habría unido de otra manera.

Fíjate como son las cosas que me siento más unida a ti que a gente que tengo a mi alrededor diariamente, a pesar de que tu estás a kilómetros de distancia. Es algo tan extraño, a veces ni yo misma lo comprendo…

No recuerdo si en la última carta te llegué a comentar que me iba a París unos días, ya sabes negocios de mi madre y aprovechando que estoy de vacaciones me pidió que la acompañara, pues mira como es la vida que hoy estando aquí, en París (que por cierto es preciosa) me ha parecido ver a alguien que se parecía muchísimo a ti, ¿puedes creerlo? En París. Por un momento pensé que era un espejismo, una alucinación, pero al momento sentí que de ser más valiente habría ido a averiguar si eras tú…, que tontería, ¿no? ¿Para qué ibas a venir tú a París? Realmente es lo más absurdo que se me ha podido pasar alguna vez por la cabeza, empiezo a pensar que sueño demasiado despierta…

Posiblemente sueñe demasiado con esos ojos azules que tienes. Me miro al espejo y a veces tengo la sensación de que en mis ojos veo los tuyos y recuerdo todo lo que nos dijimos en un año y lo que no pudimos decirnos. Al menos tengo la suerte de seguir conservándote no solo en mis recuerdos, también en estas cartas.

Cuando me preguntas por mi vida… ¿qué te voy a decir a ti qué conoces todo de mí? Sabes que soy absolutamente torpe en todo lo que tenga que ver con el sexo opuesto, es más creo que empiezo a espantar a los chicos a mi alrededor y me pregunto porque tú te fijaste en mí. Porque me respondiste con una sonrisa y empezaste esta bonita amistad. Te lo agradeceré toda la vida, porque muchas veces eres la razón por la que estoy estudiando. Tú me empujaste a tomar la decisión a pesar de que me pesara tener que dejar esos encuentros. No se si para ti fue fácil, pero…, espero que alguna vez podamos volver a repetirlo. Aunque solo sea por los viejos tiempos…, nos consideraremos sentimentales que después de años se juntan donde una vez tomaban té con pastas y se contaban sus pormenores, sus miedos y sus alegrías, sentados en una mesa de aquel pequeño bar o de un café. Solo que entonces, cada uno tendrá su familia, su vida… y aún así espero que esto siga viviendo.

No quiero tener miedo de volver a encontrarte, algo dentro de mí me dice que seguirás siendo el mismo chico rubio y de ojos azules que conocí aquella tarde de invierno. Una tarde que pase lo que pase nunca olvidaré…

Espero que no tardes en responderme tanto como esta vez, ¿qué diablos estabas haciendo Charlie Jones? No creas que te estoy riñendo ni nada parecido, pero durante unos días, creí que no me ibas a volver a responder. Te habías olvidado al final de la chica rubia de ojos azules… ¡Enhorabuena muchacho! (Como habrás deducido bromeo, sigo siendo igual de bromista después de todo).

Ojala pudiera tenerte ahora mismo delante de mí y darte el abrazo que deseo darte y poder oír tu voz contándome esas anécdotas que siempre me han hecho reír. Nada, me tocará seguir resignándome y esperar a la próxima carta. Lo más personal que puedo recibir de ti.

Ahora es cuando te toca a ti contarme de tu vida, tus miedos y tus sensaciones…Yo te volveré a responder con la misma transparencia que siempre, no tengo nada que ocultarte y jamás lo haré. Eres demasiado importante para mí.

Sea lo que sea lo que está viniendo…, lo aceptaré.

Siempre tuya.
Prudence.

El Diván de los Duendes

-Mamá… ¿Los duendes existen?

Los grandes ojos verdes del niño miraban a su madre, como si aquella sencilla pregunta hubiese sido la más importante que había hecho en su vida. Una cuestión de vida o muerte. La mujer sonrió, mientras se acercaba nuevamente hasta la cama de su hijo y se sentaba en el borde, arropándole y acariciando sus oscuros cabellos.

-¿Los duendes? ¡Claro que sí! Es más…

La mujer se quedó unos segundos callada y luego acercó sus labios al oído de su hijo para susurrarle: en esta casa hay duendes. Los ojos del pequeño se abrieron de par en par ante aquella afirmación de su madre. Afirmación que como muchas en el mundo, esconde su propia historia:

Erase una vez, una familia compuesta por un padre, una madre y dos hijos, que vivían en una bonita casa a las afueras de un pequeño pueblo de Londres…

La primera vez que entraron en la casa, les pareció magnífica, además de que los antiguos dueños habían dejado en ella la mayor parte de los muebles, y Cassandra, la pequeña de la familia, incluso encontró una bonita casa de muñecas.

Siempre le habían fascinado, así que nada más encontrarla, se podría decir que se hizo inseparable de aquel juguete. Jugó durante todo el día de la mudanza, hasta caer rendida y que sus padres tuviesen que llevarla a la cama.

A la mañana siguiente, nada más despertarse la pequeña fue corriendo hasta la casa de muñecas, pero había algo que no le cuadraba. Allí faltaba algo.

-Mamá, ¿has visto el diván que había aquí?

Su madre la miró arqueando una ceja antes de responder negativamente a la pregunta, lo que causó cierta frustración en la niña. ¡Lo había visto! ¡Estaba allí el día anterior!

-Estos humanos se creen que nos lo pueden robar todo…

Tras las paredes y asomados por un pequeño agujero que había al ras del suelo, había dos duendes que observaban a la niña, con una sonrisa divertida en el rostro. El que había hablado volvió sus ojos grises hacía el diván que la niña estaba buscando y en el cual se encontraba otro duende sentado. Aquellos malditos humanos siempre les robaban su diván…

Y lo volvieron a hacer. Cassandra lo encontró aquella misma tarde, porque si una cosa es verdad es la siguiente: los duendes son horriblemente traviesos. Hacen que las cosas en tu casa desaparezcan misteriosamente…, pero también son olvidadizos y dejan sus cosas tiradas por doquier. Quizá por eso Cassandra se encontró el diván aquella tarde en el suelo de su dormitorio…

-Veo que lo encontraste… ¡Ay Cassandra! Deberías aprender a dejar siempre las cosas en su sitio así no se perderían.

Y sin embargo al día siguiente el diván había vuelto a desaparecer. Cada vez que Cassandra lo encontraba y volvía a dejarlo por las noches dentro de la casa de muñecas, al día siguiente volvía a desaparecer. A veces no lo encontraba en días, otros sin embargo a las pocas horas lo encontraba. Le parecía tan extraño todo aquello que decidió poner una trampa a su “ladrón”.

Esa noche se acostó con una sonrisa en el rostro, a sabiendas de que por fin sabría quien se llevaba el diván de la casa de muñecas cada noche que ella la dejaba allí. Se quedó dormida prácticamente enseguida… El silencio reinaba en su habitación o al menos reinó hasta bien entrada la noche, cuando un grito agudo la despertó.

¡La trampa!

De un salto salió de la cama y se dirigió hasta la casa de muñecas, esperando encontrar cualquier cosa, menos lo que parecían dos niños diminutos. Los ojos de Cassandra se abrieron como platos, mientras que las bocas de los duendes se abrieron formando un O de asombro.

-¿Qué…?

Cassandra no podía salir de su asombro. ¿Qué demonios era aquello? ¿Alguna cámara oculta?

-¡Nos ha pillado! Te dije que era muy lista – reprendió uno de los duendes al otro que inmediatamente se puso a la defensiva. A los pocos segundos estaban discutiendo ante una Cassandra que no salía de su asombro.

Relatillo dedicado a Natalia :)


-¡Ya basta! - la voz de la niña les hizo callar. Callar de inmediato, mientras el miedo se reflejaba en sus ojos. No sabían que iba a pasar ahora, pero ella se limito a formular una pregunta llena de curiosidad: -¿Qué sois?

-Duendes - respondieron prácticamente al unísono de tal manera que casi parecía que lo hubiesen ensayado de antemano.

-¿Y por qué me robáis el diván? - volvió a preguntar Cassandra poniendo incluso los brazos en jarras como si de aquella manera pudiera intimidarlos o algo por el estilo.

-Porque es nuestro. Es el diván de los duendes.

Cassandra arqueó una ceja. Los duendes le contaron que aquel diván siempre había pertenecido a su pueblo de duendes. A los duendes que vivían en aquella casa, hasta que un niño lo encontró y lo colocó en la casa de muñecas. Por ese motivo ellos siempre iban a buscarlo… perdiéndolo una y otra vez. La muchacha, de gran corazón les dio el diván y cada vez que lo volvió a encontrar por la casa extraviado, en lugar de volver a meterlo en la casa de muñecas, lo dejaba frente al agujero que había en la pared de su habitación. La entrada de la “casa de los duendes” y cuando se daba la vuelta sabía que ellos cogían su adorado Diván.

-Y la casa de Cassandra… - el niño miró a su madre mientras en su rostro se dibujaba una sonrisa de oreja a oreja.

-Es la nuestra. - ella se limitó a asentir mientras daba un beso de buenas noches a su hijo y volvía a arroparle, para luego salir y cerrar la puerta.

Cuando entró en su habitación sin embargo, algo llamó su atención. El pequeño diván estaba en el suelo… Con cuidado lo tomó y lo dejó frente al agujero que había al ras del suelo en una de las paredes del que había sido su dormitorio toda su infancia… El diván de los duendes era más real de lo que el hijo de Cassandra jamás pudiese imaginar.

-Buenas noches… - susurró al agujero sabiendo que aquellos diminutos habitantes la oían. Tal y como habían hecho siempre.

Sunday's Diary II

15 de junio de 2015

Estoy avergonzada, lo estoy y sé que no volveré a repetir la experiencia de esta noche. Algunos dicen que es una experiencia increíble, pero yo no puedo soportar la idea de volver a perder el control de mi propio cuerpo y de mi propio ser. Nunca más. De esto no se tiene que enterar nunca nadie... Fue un accidente. En realidad no me di cuenta de que estaba metida en problemas hasta que estuve en problemas, hasta que noté que no controlaba el mundo. Yo no pienso caer en ese infierno, soy más fuerte que el resto de las personas, además... creo que recordaré esta noche durante mucho tiempo, me perseguirá en mis pesadillas como ese pecado que cometí inconscientemente.

Nunca tendría que haberme fiado de Victoria, por mucho que hubiese sido mi amiga desde que empecé a ir a clases muggles. Tú, solo elige las malas compañías y caerás en toda esa mierda sin darte siquiera cuenta. Estás bien y al siguiente momento pecando de inocente le das un trago a algo, confiando en la persona que te lo ha tendido porque es amiga tuya y la conoces desde hace tiempo, sin darte cuenta de que has cometido el peor error de tu vida.

De repente empecé a sentir algo extraño en mi interior, como una tempestad. Me sudaban las manos y notaba gotas de humedad en mi cráneo y en la nuca. Todo parecía extrañamente silencioso y entonces las palabras llegaron hasta mí pero de una manera extraña, era como si hubiesen puesto un disco a menor velocidad de la adecuada... como si fuese un eco muy lento procedente de un espacio cóncavo. Me empecé a reír, salvajemente, histéricamente porque me pareció oír la cosa más divertida y a la vez lo más absurdo de toda mi vida. Noté unas formas extrañas en el techo moviéndose de colores cambiantes, enormes planos azules, rojos y amarillos.

Incapaz de poder soportarlo y sintiendo que el mundo daba vueltas a mi alrededor cerré los ojos y me quedé flotando hacía otra esfera, otro mundo, otro estado. Las cosas escapaban de mi cuerpo y volvían, privándome del aire como si descendiese velozmente en un ascensor. No era ni siquiera capaz de distinguir lo real de lo irreal, era como si estuviese metida en una alucinación. La sensibilidad de mi cuerpo alcanzó tal nivel que podía oír la respiración de alguien en el piso de al lado y oler a kilómetros de distancia. Lo que a otros les hubiese fascinado a mi comenzaba a aterrarme. Quería volver a la realidad, pero el problema es que ya no sabía que era real y que no lo era.

No recuerdo como llegué. Sabía que no podía llegar a casa en aquel estado, me aterraba todo. Todo menos una cosa. Ni siquiera recuerdo la hora a la que llegué, solo recuerdo que la cabeza me daba vueltas y era incapaz de juntar dos palabras para formar una simple frase, lo cual no hacía más que asustarme aún más. ¿Cómo es posible que algo pudiese alterar tanto mi propio organismo?

Le encontré. Encontré a Jacques y empecé a llorar como una niña pequeña y el dolor en mi cabeza empezó a aumentar porque era como si todo lo que estaba a mi alrededor lo viese en cien dimensiones. Y mi oído seguía tan afinado que era como si todos los sonidos taladrasen dentro de mi cabeza, golpeando mi cráneo y produciéndome esa sensación de mareo y el punzante dolor en mi cabeza. No recuerdo mucho, las lagunas en mi cabeza aún están ahí, demasiado presentes. Recuerdo que me quede con ellos y que Jacques me aguanto con todas las de la ley, porque creo poder imaginarme lo difícil que fue aguantarme.

Lo he prometido, pero no solo a él o a su madre, me lo he prometido a mí misma. No voy a volver a hacer una cosa así en la vida. No quiero volver a pasarlo tan mal... Y les doy las gracias por prometerme que guardaran este secreto, que este pequeño accidente que he sufrido a causa de mi ingenuidad, no será revelado. Y le doy las gracias a él, por aguantarme y quererme tal y como soy, incluso con mis fallos y mis estupideces...

Todo por culpa de una amistad. La amistad. Comienza cuando dos personas se eligen la una a la otra, pero, ¿qué pasa con esa elección, cuando poco a poco nuestros caminos se separan, nuestras necesidades cambian, y un día no despertamos y nos damos cuenta de que tenemos que elegir algo diferente?